El Chico Dhall ©

Chapter 30: XXIX



Chapter 30: XXIX

Capítulo veintinueve

—¡ELIÁN SUELTAME! —me jamaqueo de un lado a otro y arañó sus brazos con fuerza tratando de

tirármele a la loca que solo me ve de forma sonriente —¡SUELTAME O TE JURO QUE TE RECHAZO

JUSTO AHORA!

Llevo mas de diez minutos tratando de soltarme de su agarre solo para quitarle todas las extensiones

a la cara berenjena esa.

El piso se mueve completamente y pataleo viendo lo ancha que es su espalda —Vamos a aclarar todo

esto tú y yo solos —con la mano abierta le doy un sonoro golpe cerca de sus caderas.

—Elián déjame en paz, bájame —chilló —¡Elián! —me retuerzo cual gusano y siento el fuerte impacto

de su mano en mi trasero —¡ahhh! Dime que no lo hiciste —susurro achicando mis ojos —dime que

no.

—¿Lo hice y qué? quédate quieta —con mis manos libres lo agarro por la cintura aferrándome a su

espalda y sin previo aviso lo muerdo haciendo que me baje al piso de forma inmediata —¿¡Qué

haces!? —me encojo de hombros desinteresada y veo la decoración grisácea oscura del cuarto que al

parecer es de chicos, sus manos capturan mis cachetes y los aprieta haciendo que mis labios hagan novelbin

una forma horrorosa al frente de él —me vas a volver loco —susurra y sus ojos bajan a mis labios,

intento soltarme al verlo acercarse lentamente, pero se me hace imposible y sin previo aviso deja un

rápido beso en estos, me suelta y sonríe victorioso ante lo que acaba de hacer.

Me limpio con la camisa que cargo puesta y junto mis cejas molesta, abro mi boca para soltarle todo

mi veneno, pero me detengo al observarlo con una pose de espera, me cruzo de brazos al igual que él

y no me queda más que mirar esos ojos azules de forma intensa.

»—¿No vas a hablar? —cuestiona y quito mi cara de forma desinteresada, dejo que mis pies exploren

el cuarto y lo ignoro totalmente —Jex —me llama —mi linda Julieta tropical —me detengo y lo veo a

través de la gran pantalla en el salón —No te pongas así, al menos dime algo, grítame o dime que no

me quieres —con cuidado se acerca a mí y posa una de sus manos sobre mis hombros, velozmente la

quito y lo enfrento cara a cara —Jex, al menos dime que tengo que hacer para que me vuelvas hablar

—pasa una mano por su cabello carbón —lo que sea que quieras lo cumpliré.

Señaló la puerta —Quiero que la foca azul que está detrás de la puerta se largue de la casa, de lo

contrario ni me mires porque no te voy a hacer caso por más que me hagas más de cuatro cosas —

parpadeo rápidamente y le doy una de mis típicas sonrisas falsas.

Me da la seña para que lo espere un minuto y pongo mis brazos en forma de jarra viendo que es lo

que hará. Saca el móvil y teclea un número de memoria, llama y al segundo se lo cogen —Ángel, te

necesito urgente en la mansión, quiero que hagas un traslado, trae la prado —cierra y tira el móvil en

el sillón, camina hasta la puerta y la abre dejando expuesta a nuestra espía —recoge tus cosas y

espera fuera de la mansión, Ángel te llevará con tus padres —le cierra la puerta en la cara y se voltea

—¿algo más?

Niego —No pensé que lo harías.

—Si tengo que mandar todo a la mierda por una conversación con mi mate lo haré, porque tú eres

más importante para mí que cualquier otra cosa —se acerca y toma mis manos —Jex, quiero hablar

contigo, quiero aclarar esto, quiero saber que es lo que piensas de mí y no puedo, porque cada vez

que voy a hacerlo siempre pasa algo y ya estoy harto.

Me suelto y voy hasta el sofá para asentarme —Elián, ¿qué quieres que piense de ti? si cada vez que

siento que puedes estar cambiando viene algo y lo arruina.

—Pero yo no tengo nada con ella, la foca azul, como le dices —hace comillas —sí, es mi ex, pero yo

ni siquiera sabía que esa loca vendría a la casa, y créeme que de saberlo hubiese huido a tu casa sin

importarme mucho lo que tu padre pudiese haber dicho.

—Ah ya... ¿Entonces de dónde saco las llaves de tu habitación?

—Debió haberla copiado o se la pidió a mi madre.

Sonrío con ironía —claro, y mi madre no nos dejó por ser pobres —susurro para mí.

—No te estoy mintiendo, ese día que desperté pensé que eras tú la que estaba conmigo porque sentí

tu olor, pero al darme cuenta que era ella lo primero que hice fue decirle que saliera de mi cuarto,

porque sabía que si tú me veías con ella se iba a formar este problema —agarro mi sien y soy un largo

suspiro sin creerme aún lo que está diciendo —además... Fue una espera en vano porque tú ya te

habías ido, espere que aunque sea preguntaras por mí con las empleadas algún día de la semana en

la puerta de la casa, pero tampoco fue así y como no quería ir a ti encontré la manera de que tu

vinieses a mí.

Levantó la mirada —chantajeando a tu hermana.

—No te pongas de su lado, ella siempre lo hace con nosotros.

Me levanto —Está bien, Elián. Supongamos que es como tú dices, ¿algún día me explicaras que hacía

ella aquí? —lo apunto con el dedo índice en su pecho.

—Mi padre y su padre tienen acciones de por medio y ellos siempre que venían se quedaban aquí,

pero al parecer esta vez no fue así y solo vino ella a quedarse, —acomoda mi cabello detrás de mi

oreja —aunque ahora que se sabe que tengo mate él tal vez haga lo posible por conseguir esas

acciones y no meter a la empresa en líos románticos entre la foca azul —remoja sus labios dándome

una sonrisa —y nosotros.

Levantó mis cejas —No hay nada entre tú y yo —ruedo mis ojos y por segunda vez escucho esa linda

sonrisa que tiene.

La puerta es tocada y por ella se asoma quien menos quiero ver —Me voy Elián, —abre la puerta del

todo dejándonos ver sus maletas y mi romeo vuelve sus ojos azules a mí y sus manos se posan en mi

cintura, ella baja la mirada y yo sonrío de forma falsa en su dirección.

—Adiós linda, —la despido con mis manos —se te quiso —la foca sin dientes toma el pomo de la

puerta con sus ojos inyectados en ira — por cierto, al salir cierra bien la puerta —giño y poso mis

manos sobre los hombros de Elián antes de que cierre por completo de un portazo.

¡Así se dice, mamona! Eres mi orgullo.*

Regreso mi atención a él y esta vez me sorprende lo cerca que está conmigo —Si no hay nada entre

nosotros, ¿por qué me hiciste sacarla de la mansión? —baja sus manos a mi cuello y dibuja pequeños

círculos que hacen erizar mi piel — ¿por qué me pediste explicaciones? —susurra — ¿por qué querías

golpearla? —acerca su rostro lentamente a mi oído y cierro mis ojos disfrutando de la calidez que me

da estar con él —¿Por qué te enojaste tanto? —toda la ira que recorría mis venas es reemplazada por

vergüenza y despierto viendo la gravedad de todas las cosas que he hecho.

De esta es seguro que no me escapo.


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